Aproximadamente, 1 de cada 4 perros y gatos padecerán cáncer a lo largo de su vida, siendo ésta una de las principales causas de muerte en las mascotas geriátricas. El diagnóstico de cáncer en nuestra mascota es un situación, habitualmente, preocupante y estresante para nosotros, los propietarios de animales. Cuando nuestro veterinario nos confirma tal diagnóstico, nos pueden asaltar dudas sobre la esperanza de vida del animal, los posibles tratamientos y terapias disponibles así como la respuesta de nuestra mascota a dichos tratamientos.
En función del tipo de tumor, el paciente y la situación de los dueños del animal, nuestro veterinario diseñará el tratamiento que reciba el paciente, pudiendo tratarse de cirugía, un tratamiento a base quimioterapia, de radioterapia o de una combinación de varios de ellos.
Quimioterapia en medicina veterinaria.
La quimioterapia es un tratamiento que consiste en el uso de varias sustancias químicas para tratar el cáncer, pudiendo aplicarse en la dósis máxima tolerada o en dosis bajas de forma continua (quimioterapia metronómica), a través de vía oral, intravenosa, intratumoral o intracavitaria. Las células cancerígenas se dividen a mayor velocidad que la mayoría de las células normales del organismo. La quimioterapia las selecciona y destruye.
Su uso está recomendado en los siguientes casos:
- Cuando un tumor no puede ser extirpado por vía quirúrgica.
- Cuando las células cancerígenas se han extendido a otros órganos (metástasis).
- En tumores que afectan a todo el cuerpo del paciente (tumores del sistema linfático).
- En tumores localizados que no pueden extirparse al ser demasiado grandes.
El tratamiento de quimioterapia se aplica bien de forma única para determinados tipos de tumores o conjuntamente con cirugía y radioterapia para determinados casos.
Efectos secundarios para nuestras mascotas.
La aplicación de quimioterapia en animales suele ser menos lesiva y con menos efectos secundarios que para las personas, ya que ,fundamentalmente, el tratamiento es menos agresivo al utilizar dosis más bajas.
- Alteraciones gastrointestinales como vómitos, náuseas o diarreas.
- Falta de apetito.
- Supresión del sistema inmunológico.
- Caída del pelo (con menor incidencia que en las personas).
Normalmente, estos efectos ocurren con poca frecuencia y, en caso de aparecer, suelen ser leves y transitorios.
¿Cómo aplicamos el tratamiento?
Existen multitud de protocolos. Aplicar uno u otro dependerá del tipo de tumor y del paciente. A modo de ejemplo, explicamos a continuación en qué consiste el protocolo Winconsin-Madison que aplicamos en caso de Linfoma Canino.
- Se comienza administrando corticoides, reduciendo el número de dosis progresivamente.
- Generalmente se aplican 5 ciclos de tratamiento.
- Cada ciclo consta de cuatro semanas, si bien en cada semana el paciente solo acude a la Clínica un día para recibir el tratamiento.
- Se combinan 3 medicamentos a lo largo de las cuatro semanas.
- En la quinta semana se descansa.
- A continuación, en la sexta semana comienza un nuevo ciclo. El número total de ciclos de tratamiento dependerá de la respuesta del paciente al tratamiento, siendo habitual aplicar entre 5 y 6 ciclos.
- Igualmente, y de forma previa a cada sesión, se realiza un hemograma al paciente para valorar su estado general.
- Durante la sesión, el paciente puede estar acompañado por su propietario, pues la duración puede variar desde pocos minutos hasta 3 horas.
Radioterapia
La radioterapia es una alternativa a la quimioterapia para aquellas mascotas que padezcan ciertos tipos de cáncer. Su aplicación está limitada por su alto coste y por la necesidad de aplicarla en unas instalaciones determinadas. Es un tratamiento local que utiliza radiaciones para destruir las células cancerígenas.
Al igual que la quimioterapia, se puede utilizar de forma única o combinada con la cirugía y la quimioterapia. Sin embargo la duración del tratamiento es diferente pues, dependiendo del tumor, las sesiones se aplican durante 3 – 5 días seguidos con el paciente anestesiado.
Los posibles efectos secundarios de la radioterapia son enrojecimiento de la piel, mucositis, descamación, ulceración, fibrosis o necrosis, aunque, generalmente, no son graves.